miércoles, 5 de noviembre de 2014

LA DEMOCRACIA AUTORITARIA EN MÉXICO: CONCLUSIÓN

Si nos atenemos a las formas, el régimen político de México es democrático, pero en la práctica vemos autoritarismo. Desde el nacimiento del México independiente lo que está escrito no coincide con lo que se  vive día a día; sin embargo, a partir de 1997, las reglas políticas comenzaron a cambiar, pues comenzó a notarse un pluripartidismo, las decisiones comenzaron a descentralizarse y los ciudadanos pudieron ejercer el derecho a la información gubernamental.

A lo largo de la historia de nuestro país se ha presentado gran número de proyectos de nación, entre ellos están el liberal, el de la Revolución mexicana y el neoliberal; sin embargo, actualmente, México atraviesa un período donde el poder se ejerce sin un proyecto.

A partir del triunfo del PAN, en el 2000, se comenzaron a acentuar las tendencias a entrelazar la alta política y la administración de capitales. Así pues, los grandes monopolios, que años atrás habían servido de la presidencia, ahora dan las órdenes a la máxima autoridad del país. De esta manera, se hace evidente que nos hemos movido entre los extremos sin llegar al justo medio en lo que se refiere a la detención del poder.


Nos encontramos, pues, ante un Estado fallido, pues existe un claro desdén por las normas internas e internacionales y una falta de capacidad de la autoridad para proteger a los ciudadanos de la violencia. Además, este Estado fallido también se manifiesta en otros aspectos, tales como la dependencia económica hacia Estados Unidos, la desigualdad, las deficiencias educativas del país y los personajes que ejercen el “poder tras el trono”.  

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