El cardenismo nació de
sucesivas crisis políticas: la asociada con el asesinato de Álvaro Obregón, que
condujo a la formación del PNR, y la batalla con Calles por el control político
del partido y del gobierno.
Para combatir a Calles, Cárdenas
creó un estilo propio durante sus campañas, que continuaría en su presidencia,
llevándolo a desplazarse a las provincias en repetidas ocasiones. La
radicalización de su régimen estuvo ligada a la lucha por el poder que dominó
el período de 1934-1936.
Cárdenas se propuso refrenar
el anticlericalismo extremo, puesto en marcha durante el mandato de Calles. Se
aflojaron progresivamente las ordenanzas anticlericales más rigurosas. Sin
embargo, el presidente puso especial empeño en señalar que la educación
socialista combatía el fanatismo y no la religión.
La reforma agraria fue la
política clave, pues sirvió como arma política para combatir a los enemigos y
como instrumento para promover la integración nacional. Ahora, los campesinos
eran instados a organizarse y vincularse con el Estado. Sin embargo, la unidad
que Cárdenas intentaba promover a través del reparto de tierras se destruyó
cuando los ejidos colectivos sufrieron una estratificación acentuada.
La reforma agraria y la
movilización campesina estaban ligadas de modo inseparable a la política
educativa de los años de Cárdenas, así como al compromiso con la educación “socialista”.
El presidente nombró a Narciso Bassols como titular de la Secretaría de
Educación Pública. Bassols, primer marxista que desempeñó un cargo ministerial,
dio comienzo a una serie de reformas agresivas, entre ellas, el fomento de la
laicización de la enseñanza.
La educación rural fue el
principal escenario de la innovación durante los años de Cárdenas. Este
presidente explicó que el maestro debe ayudar al campesino en la lucha de la
consecución de la tierra y al trabajador en su demanda de salarios que marca la
ley.
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