El proyecto nacional que
Cárdenas tenía en mente no podía ser construido durante un sexenio; por tanto,
se necesitaba que los presidentes posteriores a su mandato dieran seguimiento a
lo comenzado entre 1934 y 1940. Sin embargo, esto no ocurrió.
Al asumir la presidencia,
Ávila Camacho puso en práctica medidas muy distintas a las que Cárdenas aplicó
en su gobierno; incluso, en algunos aspectos, dio marcha atrás a lo que se
había comenzado durante el sexenio anterior. Tal fue el caso de la reforma agraria
que, tras alcanzar su mayor auge durante el mandato de Cárdenas, cuando se
repartieron tres cuartas partes de las tierras de regadío entre los campesinos,
inició su declive con el avilacamachimo, al repartirse pocos terrenos y de
menor calidad.
Sin duda, las ideologías de
estos presidentes eran totalmente diferentes, esto debido a que Cárdenas no
apoyó a ningún candidato para que fuera su sucesor. Por un lado, el presidente
de la expropiación petrolera tenía una tendencia izquierdista, que en ocasiones
se asociaba al socialismo y hasta el comunismo; por el otro lado, Ávila Camacho
podía relacionarse con una tendencia más hacia la derecha.
Pruebas de las diferencias
entre los planes que estos mandatarios tenían para la nación se encuentran en
aspectos como la educación, pues la enseñanza socialista no tuvo continuidad, y
también en el renglón de la base de la economía, cuando México pasó de ser un
país agrícola a un país industrializado.
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