Nuestro país es tomado como
modelo de estabilidad política, ya que después de la revolución mexicana no
hubo ningún golpe militar victorioso. Esto debido a que el PRI, un partido
semioficial, controlaba la escena política, pues durante toda la segunda mitad
del siglo XX, cada presidente de la república elegía a su sucesor en el cargo.
Este período de aparente estabilidades
trajo sus bondades al país, tales como la continuidad a un proyecto de
industrialización, que tuvo como resultado final la urbanización y procesos
tales como la americanización de la población.
Sin embargo, detrás del
clima de estabilidad política se escondía la represión, pues durante estos años
se vivieron huelgas, por ejemplo, la de ferrocarrileros, que pusieron en crisis
al sistema político, y que por tanto, recibieron poca tolerancia de las
autoridades. Pero, el momento culminante de la represión se vivió en la matanza
de Tlatelolco; a partir de ese momento el llamado “milagro mexicano” se vio
extinguido.